miércoles, 5 de diciembre de 2018

UN PASEO HASTA LA PLAYA DEL HÉROE


NOTA DEL AUTOR:
Hoy escribo con cierto miedo y con gran respeto. 
Miedo a que mis letras no estén a la altura de la persona de quien voy a hablaros, puesto que sus familiares sin duda leerán mi escrito y quizás consideren que no soy digno de contaros esta historia o que mis letras no honran a su ser querido como deben. En realidad, lo entendería.
Respeto porque aquellos que todo dan, que todo arriesgan siempre deben ser respetados, honrados y, por supuesto, recordados. Hoy yo aporto mi pequeño granito de arena para que un Gran Hombre no caiga en el olvido y que su gesto sea conocido por todos los que me leéis, que no sois pocos. Si los humanos nos pareciéramos mas a esta persona de la que hoy os hablare, sin duda el mundo estaría a salvo.

Dani Castro

La playa de Doniños un día cualquiera en Galicia
Dicen los marineros viejos, mientras reparan sus aparejos, observándolos con la sabiduría de los años pasados en la dureza de la mar, que Ella siempre se cobra su tributo. Y es verdad, año tras año La Mar, reclama que los bienes que nos entrega le sean abonados. Y la mar, cruel como pocas, exige recibir su pago en sangre.
A La Mar no le importa que sangre sea la que recibe en realidad, no distingue demasiado por edades, ni siquiera por sexos o por razas. La Mar, a la hora de contar su pago en almas, no hace distinciones. La Mar es democrática. Sin duda tan democrática como puede ser aquella que defiende a su creadora; la madre tierra. Y por ello, cada año, el tributo que exige es más alto. Podemos verlo en las noticias, podemos verlo en todo el mundo. Podemos verlo en Galicia.

Aquí los temporales se suceden a lo largo del invierno y del verano si les dejas, aquí La Mar es exigente y usa sus armas. No le sirven, en pago al precio que pide, simples turistas borrachos. En Galicia La Mar es muy exigente y, a cambio de los dones que nos da, algunas veces a nosotros los gallegos nos exige personas de excepcional valor y de alma intachable. En Galicia La Mar, a menudo, exige héroes.
Y los gallegos que somos, por lo general generosos, pues nos sacrificamos. Ya sea el caso de los tres honrados policías que entran a sacar al turista borracho entre las olas de Riazor y a los cuales La Mar reclamo como pago en aquel preciso momento, pues considero escasa la valía del turista, o como una tarde de agosto de 1985 cuando La Mar; una vez más dispuesta a hacer su cobro en sangre, se apresto para llevarse a seis niños con ella en este preciso lugar, la playa de Doniños. 

Siempre ha habido hombres con valor y otros tan solo con precio y, gracias a uno de estos hombres con valor, La Mar acepto liberar a tres de aquellos niños exigiendo a cambio de aquellos, al hombre de mayor valor que en aquel momento se encontraba entre sus brazos; Adolfo Ros. Y tal como es su costumbre, La Mar cobro su precio. La Mar es inclemente.
Hoy voy a llevaros allí donde se crean las leyendas, a la tierra donde crecen las Cruces de Hierro, las Laureadas de San Fernando, las Cruces Victoria y las medallas de Honor del Congreso. Para todas ellas te exigen atravesar las puertas que custodian el miedo y el pavor, realizar una acción única, digna de ser honrada y; si puedes; volver para ser honrado. Muchos no vuelven y muchos no son honrados lo suficiente. Porque el arrojo y el valor se dan en el alma de aquellos que no tienen precio. Y los actos y acciones que requieren de ese arrojo y ese valor, no solo se dan en acciones de combate o quizás si, al fin y al cabo, la vida es un combate contra la misma muerte.
Nuestro héroe, Adolfo, había acudido a la playa de Doniños con su hija. No hacía día de playa aquel 18 de agosto, el verano gallego hacia acto de presencia y las olas dictaban un discurso que bien podría decirse que pedía muerte. La poca gente que estaba en la playa pudo observar como seis chavales, seis niños casi, de entre 11 y 14 años entraban en el agua. Pasado un rato La Mar decidió que era un buen momento para cobrarse seis almas; ya hemos dicho que La Mar es democrática y jamás hace distinciones. Salvo que le entregues algo de gran valor. La Mar es negociante.
El monumento esta rodeado por bancos. Un circulo 
de piedra, al antiguo modo, lo defiende de la maldad. 
El miedo debió recorrer los cuerpos de aquellos seis chavales y convertirse en terror, al comprobar que, la más bella de las playas era la más traicionera de las mismas. Al comprobar que ellos eran el tributo escogido, el pago de los dones, la sangre al fin; o quizás tan solo parte de ella; que en ese año de 1985 La Mar exigiría a cambio de aquello que nos otorga. Debieron sentirse perdidos cuando aquella playa se convirtió; casi por arte de magia; en ese lugar al que hoy paseamos. Mirad con atención, se está formando una leyenda. Se convirtió en el campo donde las medallas en reconocimiento al más alto de los sacrificios crecen, el lugar hasta el que tan solo las águilas se atreven a volar. Se convirtió en esa lugar del que los sencillos huyen; o huimos; y al que tan solo los elegidos, los que saben ser personas con valor, tienen permitido el acceso.
No sabría decir si Adolfo simplemente se dirigió hacia el peligro sin más o si le dedico alguna palabra a su hija. No sabría decir si por su mente paso la posibilidad de que La Mar le exigiese como trueque a cambio de las vidas de los tres supervivientes. Lo cierto es que, junto a otros varios voluntarios; llenos de arrojo, despreciando el riesgo y, con el único objetivo de salvar a aquellos chiquillos, entro a cumplir con lo que el entendía que era su deber. Alguien que trabaja en el servicio médico; era ATS; sabe que su deber es salvar vidas. Y así fue como, enfrentados a La Mar que reclamaba con fiereza su tributo, Adolfo y aquellos otros anónimos rescatadores le arrebataron, de entre sus crueles olas, las vidas de tres de ellos. Quizás porque La Mar; que es negociante; acepto la vida de Adolfo como pago a cambio de las de aquellos otros tres que aún no había devorado y decidió así, al cumplir el trato que ella misma había redactado, liberarlos. La Mar solo acepta “cambiar cromos” si le ofreces a los mejores.
Las fuentes que he encontrado y a las que he consultado, dan varias versiones acerca de cómo sucedieron aquellos hechos; de hecho; ni siquiera se ponen de acuerdo en si el día estaba nublado o no. Pero de todas las vertientes podríamos decir que hay dos más repetidas y que considero más próximas a lo que posiblemente sucediera en realidad. En ambas Tras salvar al tercer chaval, manteniéndolo a flote durante más de treinta minutos y colocarlo en la cesta, Adolfo espero para ser izado. En la primera versión a causa del agotamiento no conseguirá sostenerse en la cesta y caerá de ella siendo arrastrado sin remedio; La Mar recibiría así su tributo. 
En mi opinión la placa contiene alguna errata. 
Desde mi punto de vista debería decir lo siguiente: 
"Deportista ferrolán que deu a súa vida salvando a 
tres nenos/as arrastrados pola mar" 

En la segunda Adolfo al ser izado ve a otro de los chavales y, tal como harían los valientes, considera que aún tiene fuerzas suficientes para salvar al cuarto chiquillo y arrebatarle una vida más a La Mar así que; en un acto en el que demostraría ser un hombre con valor, de esos que no tienen precio; se soltó para salvar a aquel niño, sabedor como era, de que el SAR no tenía; ni tiene; por costumbre abandonar un rescate. Tristemente La Mar, exigió en ese momento que Adolfo cumpliera con su parte del intercambio, sin querer devolver al cuarto chiquillo, puesto que ya lo había devorado.
A mi, sinceramente, me gusta más esta segunda versión. Quiero creer que existen personas como Adolfo, que aun al límite de sus fuerzas y con todo en contra, saltaran para salvarte. Me gusta pensar que el mundo en el que crece mi hija tiene en el a personas como Adolfo Ros. Desconozco cuál de las dos versiones es la real, y no seré yo quien os diga cuál de ellas es la mas veraz o la que debéis creer; puesto que yo no estaba aquel día en Doniños. Pero, desde el fondo de mi corazón; y teniendo en cuenta que en aquella fecha yo tenía nueve años, deseo que la más próxima a la realidad sea la segunda; porque de este modo sé que, si yo hubiera sido uno de aquellos niños, Adolfo habría vuelto para salvarme.
Ya os lo dije, hoy viajábamos a donde solo unos pocos se atreven Un lugar a la vez terrible pero hermoso, puesto que la más noble de las hazañas siempre consigue embellecer aquellos lugares donde se produce. Caminad tranquilos, caminad con respeto, porque en este lugar os protege el espíritu de un héroe y esto; ni La Mar podrá ya cambiarlo.
Gracias Adolfo.


Nos vemos en el próximo paseo.
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Doniños, la mas bella de las playas esconde en ella peligros para los incautos. Haced caso de las señales y a esos "pesados" de las casetas de socorrismo. Al fin y al cabo te dan la brasa para salvarte la vida y, si haciendo el imbécil acabas necesitando que te rescaten, pondrán en riesgo la suya por tu culpa. Un pequeño apunte: Gracias al sacrificio de Adolfo, se decidió profesionalizar a los servicios de socorrismo que anteriormente se cubrían con personal voluntario al que se suministraba un adiestramiento que bien podríamos calificar como "escaso". 

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