Han pasado mas de cien años. Han sido tratados como héroes, llamados fascistas franquistas por incultos alcaldes que no sabrían distinguir entre fascismo, nacionalsocialismo, nacionalcatolicismo y una tortilla de patatas, enaltecidos hasta la saciedad y como casi todos los soldados del ejercito español a lo largo de toda la historia de este país, arrojados a la muerte del olvido.
Los supervivientes del asedio de Baler a su llegada a Barcelona donde les ofrecieron una recepción de gala en el salón Jaime primero. |
Bueno, y ahora que nos he despotricado a todos en general,
vamos a hablar de aquellos que hemos venido a escribir en este artículo. Hoy
vamos a hablar tan solo de tres de ellos, aunque de todos ellos se debiera
hablar. Y vamos a centrarnos en estos tres en concreto por una sencilla razón:
Los tres eran gallegos.
Año 1898. España pierde sus ultimas colonias. El antaño temido imperio, que gracias a aquellos temibles tercios viejos que lo defendían llego a ser durante 114 años como el Real Madrid de Baloncesto de Corbalán, prácticamente invencible, ahora llegaba a su ocaso. Pero llegaba a el no por aquellos hombres que lo defendían por las armas, ni por los ciudadanos que lo habitaban. Como siempre, llegaba al ocaso guiado por los políticos que tenía, que como suele ser costumbre en este país han insultado en gran medida a aquellos que lo defendieron y robado a los que lo habitaron. Y es que hay cosas que no cambian.
Hay bastantes mas ejemplos a lo largo de la película de hechos que los guionistas se sacaron un poquito de la manga, distorsionaron en mayor o menor medida o directamente se inventaron sin más. Habrá gente que diga que es un peliculón, y habrá gente que diga que es un insulto a aquellos hombres. Yo me posicionare entre los unos y los otros y simplemente diré que, gracias a esta película, mucha mas gente sabe que hubo una vez que cincuenta y siete españoles fueron asediados en una iglesia de un pequeño pueblo en las filipinas durante casi un año y que cuando los treinta y tres supervivientes salieron de aquella iglesia, sus sitiadores les rindieron honores. Y de aquellos treinta y tres, pues resulta que tres eran gallegos.En fin, como bien dice el título del artículo, vamos a hablar de Baler en las Filipinas. Seguramente habréis visto la película 1898, curiosamente interpretada por otro gallego; Luis Tosar. En realidad, esta película es un tanto, digamos que ficción. Por ejemplo, el personaje interpretado por nuestro otro gallego, ferrolano por demás, Javier Gutiérrez. Este personaje esta creado por los guionistas, en realidad no existió.
El primero de ellos es el soldado de segunda Vicente Pedrouzo Fernández; que en algunas fuentes figura como Vicente Pedrosa Carballeda; nacido en el lugar de Mudelos, en el orensano municipio de Carballiño. Soldado raso y de profesión jornalero. Poco más se sabe de este hombre, que sin duda estaba haciendo su servicio militar; como la mayoría de los hombres que fueron asediados en Baler; y que no había podido reunir las dos mil pesetas de la época (Una autentica fortuna en aquellos momentos) que le habrían salvado de estar en medio de la guerra de independencia filipina. En la imagen del grupo figura numerado con el número tres.
El segundo de ellos, que sin duda tuvo una importancia
crucial durante el asedio, es el sanitario Bernardino Sánchez Caínzos. Único
sanitario junto al teniente medico Rogelio Vigil de Quiñones debido a la
deserción de los otros dos sanitarios, que eran de origen tagalo. Bernardino,
que era agricultor en la vida civil, lucharía durante el asedio contra
epidemias, fiebres, heridas por armas de fuego y alimentación deficiente que
sufrían junto a él sus compañeros. Nacido en Guitiriz, Lugo poco más que las
referencias de la época he conseguido encontrar de este hombre. Lo cual me hace
preguntarme, cuantos de los treinta y tres volvieron gracias a él; lo cual es
bastante insultante desde mi punto de vista. Bernardino debería tener un
pequeño lugar en la historia, quizás un poco más grande que el que tiene. En la
imagen del grupo figura numerado con el numero veintinueve.
El tercero de ellos, que es sin duda el que mejor ha sido
tratado por la historia gracias a que sobre su aventura en filipinas el
escritor Juan Jose Rocha Carro escribió en el año 2013 el libro El último de
Filipinas en Almeira, una joya que no es fácil de encontrar.
Rocha le dio la vida de la memoria a José Martínez Souto;
que aparece en muchas ocasiones como Martínez Santos; y que es, claro, nuestro
tercer gallego en el destacamento de Baler. Es de hecho gracias a este
escritor, gallego también; por cierto; que podemos hacernos una idea de cómo
fue la vida militar de aquellos cincuenta y siete hombres, chavales casi, que
fueron a defender lo que quedaba de un imperio que agonizaba.
Nos sorprenderá mucho el descubrir que al igual que la
inmensa mayoría de aquellos jóvenes que junto a él en las selvas filipinas, a
nuestro José lo llamaron a filas (Para hacer la mili, vaya) en 1896 a
consecuencia de las sublevaciones de los tagalos afiliados al Katipunan. Esto
llevara a José; junto a sus compañeros lógicamente; a tener que realizar un
viaje por barco de 30 días de duración, durante los cuales realizó la
instrucción y familiarización con las armas. José, al igual que la mayoría no
había tocado jamás un arma de fuego, quizás alguna escopeta de caza. Nada
comparable con los fusiles máuser con los que combatirían. Curiosamente se
destacaría como tirador, y en aquella mili que en su caso duro TRES AÑOS (Lo
pongo en mayúsculas para aquellos que se quejaban de las milis de nueve meses
en la que el peor destino era Teruel por el frio) participaría en las
operaciones de Cavite de ese mismo año con un gran desempeño. Posteriormente
estaría implicado en las operaciones de guerrillas del centro de la isla de
Luzón. Luego llegaría Baler, el sitio, ser uno de los últimos de Filipinas y
regresar a España donde descubrió que se le había llegado a dar por muerto.
Se casaría con Dolores Rodríguez, y tendría cuatro hijos:
José, Emilio, Concepción y Josefa y guardaría con esmero las condecoraciones
que recibió por los hechos de Baler. Estas condecoraciones están hoy en día
expuestas en el museo de historia militar de A Coruña. Era, por cierto, nacido
en Almeira, Culleredo, donde hay una calle que lleva su nombre. Salvo que algún
inculto político se la haya quitado por franquista. En la imagen grupal figura
con el número diez.
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