miércoles, 3 de abril de 2019

FERROLANOS ILUSTRES (II) ALONSO PITA DA VEIGA




Muchos hechos históricos importantes son a menudo realizados por un don nadie que jamás pasa a la historia para que pase a la misma su superior inmediato. Es la maldición del soldado en todos los ejércitos. Un caso evidente de lo que digo es sin duda el descubrimiento de la piedra de Rosetta en Egipto, el nombre del soldado raso que la localizo es desconocido para todos, no así su superior, el capitán Pierre-François Bouchard que es quien paso a la historia por este descubrimiento.
Pero no siempre sucede que aquel, o aquellos, que realizan una gesta digna de escribirse en los libros de historia sean relegados al anonimato. En algunas ocasiones quiere la fortuna aliarse con la justicia y de este modo, los honores caen sobre los hombros de aquellos que los merecen.

Hoy viajaremos al tiempo de Carlos I, el Rey – Emperador, y conoceremos algo más de un ferrolano nacido antes de que toda España hubiera sido reconquistada, pues quiso la historia que nuestro personaje llegase a aquel Ferrol que era poquito más que una aldea grande en el año de 1480.
Si bien nuestro personaje no era un soldado raso, ni tampoco era un plebeyo peón del ejercito que a las órdenes de Don Fernando de Avalos llegaría a Pavía para liberar la plaza sitiada; tampoco era un hombre de fortuna. Era en realidad un segundón que había optado por las armas como medio para labrarse un nombre propio, y no ser el simple segundón que había en aquellas épocas.
El maestre de campo y el capellan del Tercio preparan a los soldados para el combate
En el año 1525, la leyenda de los Tercios a los que pertenecía Alonso
Pita de Veiga aun estaba comenzando a gestarse. Aquellos hombres
defendieron el Imperio a sangre y fuego durante doscientos años en
cualquier circunstancia y bajo cualquier situación. Hoy son leyenda.

Estamos hablando del héroe de Pavía, claro está, y este no es otro sino un ilustre Ferrolano llamado Alonso. Alonso Pita de Veiga.
Pertenecía nuestro paisano a una ilustre familia del Reino de Galicia, cuyo origen estuvo en la parroquia de Santa María de Mandiá, en donde fueron señores del Coto de Regoela. Al ser su hermano Juan el heredero de todo y él; como ya hemos indicado; un simple segundón, Alonso tendrá que escoger entre las dos alternativas habituales de la época; la iglesia o las armas. No debía ser nuestro amigo de muchos rezos porque decidió alistarse en las tropas del conde de Villalba; Don Fernando de Andrade, y en estas tropas seria asignado a las fuerzas de caballería ligera, dentro del Tercio de Galicia. Denominación esta recibida por la unidad al incorporarse a las guerras de Italia.

Don Fernando ya debía haber visto combatir al bueno de Alonso, porque al partir para Italia el Tercio de Andrade (Otra de las denominaciones del Tercio de Galicia) en su nómina figura como capitán de caballos y corazas, es decir, caballería ligera. Y este junto con su escuadra, destacaría clamorosamente (O pavorosamente para las fuerzas francesas) en las batallas de Vicencio, Bicoca y Gattinara. Todas ellas ganadas por las fuerzas imperiales con una clara y contundente superioridad táctica. Como ejemplo, en Bicoca (De ahí viene lo que todo español e italiano entiende como una bicoca) se aniquilaría a más de 3000 suizos del ejercito Frances; a cambio el ejército imperial perdería a un hombre, en retaguardia coceado por una mula durante el transcurso de la batalla, las bajas en combate fueron de cero.
Sin embargo, su mayor gloria estaba aún por llegar, y quien sabe si no sería fruto de la casualidad. Pero, ¿Acaso no es cierto lo que dicen de que la casualidad a menudo sonríe a los valientes? En este caso la casualidad se alinearía en favor de nuestro personaje y seria en la madrugada del 24 de febrero de 1525 que el amigo Alonso junto con otros dos compañeros pasara a la gloria y, obtuviera el honor de pasar a la historia. Estos dos compañeros eran un vascongado llamado Juan de Urbieta y un granadino llamado Diego Dávila.
Recreacion de como combatiria un tercio viejo español en cualquiiera de las batallas en las que estuvieron presentes
Gonzalo Fernández de Córdova, El Gran Capitán revolucionaria de un
plumazo las tácticas de infantería de la época, mezclando en unidades
 piqueros, ballesteros y rodeleros creando así unidades que se podían
defender de las cargas de caballería y de infantería indistintamente .
 La llegada del arcabuz y la pólvora sustituiría a los ballesteros pero 
la táctica se mantendría prácticamente intacta con los mosquetes.

En el norte de Italia, en lo que por aquel entonces era el Milanesado se erigía la ciudad fortificada de Pavía. Allí sigue a día de hoy con unos 80.000 habitantes y siendo la capital de la provincia italiana de Pavía. Por aquel entonces la ciudad era una plaza fuerte fortificada bajo control Imperial, que había sido puesta en sitio por el ejército francés.
Los franceses, que como ya dijimos antes llevaban una serie de derrotas a cuestas habían terminado por meterse en un avispero. Puesto que su intento de persecución del ejército imperial había terminado en el sitio de Pavía. El problema es que ahora que tenían Pavía sitiada dos fuerzas de combate les habían cortado los suministros. Por un lado, Fernando de Avalos había capturado los castillos de San Ángelo y Mirabello; por el otro Carlos de Lannoy cerro las comunicaciones entre el ejercito Frances y Milán. De sitiadores los franceses podían pasar a sitiados si no tenían cuidado.

Así que cuando las tropas de refuerzo llegaron al combate, los franceses decidieron mantener sus posiciones y esperar, sabían de la mala situación de los sitiados en la ciudad y su artillería era superior a la imperial. Solo tenían que resistir las embestidas exteriores y aguardar a que los sitiados se rindieran.
Pero aquí es donde la historia se pone interesante, puesto que los sitiados descubren donde pueden conseguir los suministros que necesitan, los tienen los franceses. Con lo cual deciden salir y asaltar el campamento de sus asediadores, sabiendo que estos estarán mas pendientes de las fuerzas de socorro que de ellos, que llevan bastante desgaste acumulado, entre el sitio y el hambre.
Una sencilla pero enardecedora arenga, indicando en varias ocasiones que los suministros los tienen los franceses, abrir las puertas salir al campo de batalla entre la llovizna de febrero y a cargar. Allí se encontraban los dos ejércitos más poderosos de aquel tiempo y estaban discutiendo la hegemonía sobre toda Europa en un campo de batalla, que no era mas que un barrizal que parecía querer devorar a los contendientes en medio de aquel infierno. Era muy difícil encontrar en aquel terreno una horizontalidad uniforme para organizar una fuerza con opciones de victoria y en aquella melé llegó a haber momentos en los que se combatiría cuerpo a cuerpo en medio de un griterío infernal, sin visibilidad, con una niebla que no acababa de levantar y en un escenario fantasmagórico. Dos ejércitos poderosos acababan de colisionar y el resultado final de la batalla estaba a punto de decidirse.
La captura de Francisco I en Pavía en un cuadro del que desconozco 
el autor. Y es que esta imagen he tenido que buscarla "on line" para 
poder ilustrar el articulo. Si no me equivoco la he conseguido en la 
pagina de Facebook que algunos de sus descendientes tienen en 
activo para recordar su gesta. Os invito a visitarla y por supuesto a 
darle un merecido "Me gusta" a un Ferrolano tan crucial en la historia.

Las tropas acantonadas en Pavía cargaron contra el campamento francés que rápidamente paso de retaguardia a centro de la batalla y en el medio de la misma se había encontrado el Rey francés junto a su sequito, sus fuerzas habían sido rebasadas por las tropas imperiales y el caos se había adueñado de la líneas francesas que, poco a poco se iban convirtiendo en una masa de cadáveres mientras los sitiados avanzaban. En medio de este inmenso caos el principal consejero del Rey francés decidió abalanzarse sobre las tropas imperiales que llegaban por todas partes y así obtener una muerte heroica (Algo parecido al suicidio por policía de hoy en día) y ante esta situación Francisco I de Francia se encontró de repente con un acero en la garganta. La batalla había terminado de mano del acero; no el acero del compañero de escuadra de Alonso, el vascongado Juan de Urbieta tal como dicen varias de las versiones de la historia, sino del mismo Alonso Pita da Veiga quien, ya de paso, también recobraría el Estandarte del Infante Don Fernando, capturado anteriormente por los franceses. 
El error en la atribución de la captura esta muy extendido gracias que el cronista de Felipe III era un poquito, vamos a decir que vago, y se hizo un disimulado “corta y pega” de la época. También podríamos decir que transcribió palabra por palabra la narración de Juan de Oznayo acerca de la batalla de Pavía. Incluso podríamos decir a las bravas que el amigo fray Prudencio de Sandoval se hizo un plagiazo de tres pares de co…pas, sin acordarse de dar las atribuciones correspondientes y, bueno era el cronista Real de Felipe III, ¿Quién iba a osar discutir si era plagio o no? En todo caso, las fuentes existentes y los documentos que existen y que obran incluso en poder de los descendientes de Alonso Pita da Veiga, contradicen tales puntos y confirman que el soldado que “convido a su excelencia el Rey de Francia a acompañarlos” era de Ferrol, era nuestro Alonso Pita da Veiga.
Terminado su servicio Alonso retornaría a casa y aquí se casaría con María García de Vilouzas nacida y criada en Pontedeume, del linaje de los Piñeiro de Narahio e hija del comendador de la orden de Malta en Galicia. 
En pleno combate un tercio viejo mantiene la linea ante el enemigo
Un tercio manteniendo la línea. Esta imagen bien podría haberse 
tomado en Pavía, Gravelinas, San Quintín, o en cualquiera de las mil
batallas en las que aquellos hombres se dejaron la sangre y la vida
defendiendo aquello en lo que ellos creían.

Sería el señor de Vilacornelle e incluso ocuparía el puesto de regidor de Ferrol que anteriormente ya hubiera ocupado su padre. Moriría plácidamente en el año de 1554 y seria enterrado en el antiguo convento de San Francisco de Ferrol. Situado donde esta hoy en día la iglesia de San Francisco. Sin duda alguna un Ferrolano de gran distinción y al que sin duda debería reconocérsele bastante mas de lo que se le reconoce, puesto que en multitud de fuentes no se le reconoce su hazaña y en otras fuentes ni tan siquiera se le nombra. Triste destino en los anales de la historia al fin, para un hombre que no solo lucho por sus compañeros de armas, sino que lucho por su nación, recupero un estandarte y capturo al mismísimo Rey de Francia.

Gracias Don Alonso.

Nos vemos en el próximo paseo.

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