Hemos decidido mantener la portada que iba a llevar originariamente este articulo cuando se redacto en 2019 |
No nos damos cuenta en realidad de la razón que tenía Benjamín
Franklin al decir aquello de que “Quien para conseguir algo de seguridad esta
dispuesto a renunciar a algo de libertad, no merece ni la una ni la otra y sin
duda perderá ambas”. Ya llevábamos cierto tiempo viendo como sigilosamente
recortaban nuestras libertades “en bien de la seguridad” pero desde marzo del
año pasado… Bueno, todos sabemos mas o menos como ha sido el año uno de la “era
COVID”. Ya hemos hablado en alguna ocasión, al hacer los lanzamientos en redes
sociales de los artículos de este blog, acerca de los eventos damnificados por
la famosa “pandemia” y hoy nos vamos a referir a como han tenido que
evolucionar algunos eventos para sortear esa extraña costumbre de prohibir que
a determinados individuos (Que no cumplen sus propias prohibiciones) les ha
dado por imponernos a todos los demás. En concreto vamos a ver la evolución del
Corpus de Ares y sus alfombras.
Antes del coronavirus en Ares la noche antes del corpus era un auténtico no parar. Mil metros de calles, una gran cantidad de dibujos hechos con tiza en el suelo, una buena cantidad de gente robándole horas al sueño para hacer de su día grande el día más grande del año e intentando que sea más grande que el año anterior. Fe, devoción, atracción del turismo, celebración de primeras comuniones… Todo ello se reunía tal día como el día de Corpus Christi en el centro de Ares.
Se dice fácil en cifras, pero si nos paramos a pensarlo era
un trabajo duro porque, hacer alfombras de casi un kilómetro con más de veinte
toneladas de todo tipo de artículos florales y hacer los dibujos que queremos
(O que alguien ha marcado en el suelo) diez minutitos no nos iban a llevar. Y
si además tenían la mala suerte de que empezase a llover; cosa por otra parte
bastante normal en el mes de junio en Galicia (Oiche neniño, Galicia e así e a
os galegos gústanos que sexa así) pues bueno… Era un trabajazo.
Ahora, en estos tiempos de COVID pues la cosa ha cambiado
bastante. Siempre en “bien de la seguridad” todas las administraciones publicas
han recortado toda clase de derechos, y en aras del miedo que la población a
aceptado cuando se lo han regalado en la televisión entre esos derechos se
encontraba el de reunión. Así que las alfombras de ares se han tenido que
reinventar. Ahora, el ayuntamiento de Ares pide a los comercios, a los
ciudadanos, al pueblo de Ares en general, que decore con flores sus portales,
escaparates y balcones. De hecho, para animar a la gente a realizar este
“sucedáneo” de las alfombras, hasta han creado un concurso y todo.
Y es que en esto de montar alfombras de flores nos encontrábamos
con unos veteranos, grandes conocedores del oficio y capaces de hacer tres mil
metros cuadrados de alfombras en una noche. los miembros de la asociación
“Alfombra Floral de Ares” que llevaban montando alfombras desde 1983, es decir
a fecha de 2019; ultimo año sin miedo; llevaban ya treinta y seis años.
En estos treinta y seis años anteriores al miedo habían
llevado su evento y celebración a estar consolidada como referente en el norte
de Galicia desde 1986 y declarada en 2011 fiesta de interés turístico gallego,
lo cual; una vez visto el trabajo que realizaban; me parece poco
reconocimiento.
Porque no os creáis que debía de ser una tarea fácil crear
cada año un kilometro de alfombras por tres metros de ancho; lo que vienen a
ser, como ya habíamos calculado antes, medio campo de futbol. Y es que igual,
así sin verlas en directo, pues te parecen un poco… yo que se, muy poca cosa.
Pero para que nos hagamos una idea clara del tamaño del trabajo que esta
asociación realizaba, os diré que si las alfombras de Ares hacen unos tres mil
metros cuadrados; un campo de futbol apto para partidos internacionales (Cualquiera
de primera división vaya) anda en torno a los seis mil cuatrocientos metros
cuadrados. Es decir, las alfombras de Ares cubrirían tranquilamente; como ya
dijimos; medio campo de futbol.
Estas alfombras, que tanto esfuerzo habían llevado para su
realización, desaparecían en la tarde del domingo cuando los niños que hacían
la primera comunión procesionaban sobre ellas, partiendo de la iglesia de San
José y recorren los mil metros de estas alfombras.
Ares era un autentico bullicio el día del Corpus. Desde que comenzó esta "nueva era" ni Ares, ni sus eventos, ni los eventos de cualquier lugar han sido lo mismo. |
Era sin duda un esfuerzo que culminaba con unas alfombras
como las que podéis ver en las imágenes del 2019 que acompañan este artículo y que
desde aquel ultimo corpus antes de la “era COVID” no se han vuelto a ver en
Ares.
Cierto es que la eliminación de las alfombras evita sustos
como el que tuvieron los participantes en la confección de las alfombras en su última
edición antes del COVID. Y es que en la medianoche de aquella última creación
de alfombras comenzó una ligera llovizna que sin embargo terminaría por remitir
y les permitió terminar la confección de las alfombras sin demasiados
contratiempos. Otros años no habían tenido tanta suerte y habian debido
proteger el trabajo realizado para que no se echara a perder, ni el material ni
el trabajo. Evidentemente estos sustos se han perdido. Ni lo dudes que la magia
de aquellos momentos seguro que también.
Y es que desde el año 1986 (Año en que nació mi socia Carol,
casualmente en Ares), Ares celebraba el Corpus Christi con la confección de
alfombras florales que año tras año eran admiradas por los miles de visitantes
que se acercaban a la villa marinera. Los vecinos, perfectamente organizados en
seis grupos de trabajo, eran los artífices de esta espectacular obra de arte
vegetal a la que se le dedicaban semanas de esfuerzo y que alcanzaban una
longitud de más de un kilómetro.
Tradición, gran vistosidad y la participación del pueblo se unían
en Ares para celebrar el Corpus, de tal forma que, cuando pasaba la procesión
el domingo por la tarde, las calles de la villa estaban perfectamente
engalanadas. Ares olía a rosa, clavel, hortensia, acedera, tuya y pino, entre
otros aromas vegetales.
Imagen del Corpus de 2021 Ares es un pueblo que se reinventa en tiempos duros |
Cada uno de los seis grupos elaboraba su alfombra con los
motivos escogidos. La tradición obligaba a no desvelar el tema hasta momentos
antes de su elaboración. En la minuciosa confección participaban cientos de
personas. Familias enteras colaboraban en estos trabajos y los más pequeños,
además de realizar sus aportaciones, disfrutaban de las alfombras
confeccionadas con motivos infantiles.
La víspera del día grande, hacia la noche, las calles Real y
María, junto a la plaza de A Igrexa, comenzaban a transformarse. Esperaba a los
vecinos una intensa noche en la que habrá que convertir el asfalto y la piedra
en una obra de arte. Al amanecer, Ares luciría una nueva y floral cara. El
domingo por la tarde, la pisada de la procesión borraría este vegetal
engalanamiento, aunque los vecinos no olvidarían las intensas jornadas de
convivencia recogiendo, diseñando preparando y creando. Creando una magia que
ahora han tenido que sacrificar.
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